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Confía en Vichente. No dudes.

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

 

 

 

Antes de entrar en materia, y después de enterarnos  que don Vichente sugirió a  don Carlos Marín, director general de Milenio, mil barbaridades, como es su costumbre, proponemos también que en la puerta de su nueva oficina luzca parte de su  historial:

“Oficina de  Vichente.     Ex presidente               Ex  gobernador          Ex diputado               Ex cocacolo  y            Excusado

Y luego de este  introito o preámbulo, entremos en materia                      Al leerlo nos  pareció  inverosímil, pero tan interesante que  decidimos compartirlo.  Sobre todo con nuestros amigos financieros que, como el gobierno, lloran la escasez de efectivo. Pero otorgan más y más, en donde, precisamente, no se necesita.  A sus propias cuentas de banco.                                                                                                                 Algunos dicen que la historia es verdadera.  Pero, aunque no fuera cierta, el mensaje que nos deja es tan claro y real que sólo podemos aprender de él.  Y  aplicarlo  en provecho de nuestra propia vida. Habla de un hombre de negocios y del misterioso  adulto mayor que conoció un día:                                                                      Un hombre de negocios estaba lleno de deudas y no veía salida.           .Sus acreedores lo acosaban. El teléfono no paraba de sonar con demandas por pagos que no podía hacer.                                      Un día, muy fatigado fue al parque y se sentó en una banca. Se preguntaba  si valía la pena vivir así, O darse por vencido y declararse en bancarrota. En quiebra.

Fue cuando un hombre muy adulto  con una cara amigable camino hacia el. “Te sucede algo?” Pregunto.

El hombre de negocios, en su desesperación,  le  conto  todos sus problemas.

”Creo que puedo ayudarte”, le dijo. Buscó entre sus bolsillos y saco la chequera. Le pregunto  su nombre, lo escribió en un cheque, y lo puso en su mano.

“Toma el dinero y encuéntrame aquí en un año a partir de hoy, Aquí podrás regresarme el dinero”. Se dio la vuelta y desapareció tan rápido como apareció.

El negociante vio en sus manos un cheque por  un millón de dólares y firmado por D Rockefeller, quien era, en ese entonces, uno de los hombres más ricos del mundo.

“Mis problemas se terminaron”, aliviado lloro el hombre de negocios: “Puedo pagar mis deudas”.

Se mantuvo diciéndose a sí mismo que debería de usar el cheque, pero en lugar de eso, decidió guardarlo en un lugar seguro y tratar de resolver sus problemas económicos por su propia cuenta.

El hecho de saber que podría usar el cheque en cualquier momento le daba una gran determinación para encontrar una forma de salvar su negocio.

Con un optimismo renovado  negocio sus tratos de una mejor manera y extendió los términos de pago.  Además cerro varias ventas grandes.

Después de algunos meses, se encontraba libre de deudas y con dinero nuevamente.

Exactamente un año después, volvió al parque con el cheque intacto. A la hora acordada, apareció  su salvador.

Justo cuando el ejecutivo estaba a punto de poner el cheque en su mano y contarle su exitosa historia, una enfermera llego  a la carrera por  quien se dijo millonario..

“Estoy tan contenta de encontrarlo”, dijo ella. Y explicó: “Espero que no lo haya molestado. El siempre se escapa del centro de reposo y le dice a la gente que es John D. Rockefeller”. y se lo llevó.

El sorprendido ejecutivo se quedo aturdido.

Reflexionó, sin embargo y recordó que  exactamente hacía un año antes, con el apoyo simbólico  del ese cheque  había estado negociado, compró y vendó, convencido de que tenía un millón de dólares detrás de él.

De repente comprendió que no había sido el dinero, real o imaginario, lo que había cambiado su vida. Fue su confianza lo que le dio el poder de lograr lo que no había hecho antes.

Recuerda  que si se nos ocurrió platicarte esta anécdota o historia imaginaria fue con el objeto de recordarnos que algunas veces la mejor respuesta está dentro de uno  si tan solo encontramos  el sentido de la confianza en uno  mismo.

Nunca en Vichente. Ya lo conocemos. Ni modo.

 

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