Arte y Cultura

Una visión parcial de Carringon, en ‘Leonora’, biografía novelada

Por Norma L. Vázquez Alanís

 

Alucinante viaje por una mente que se debate entre una lucidez fuera de serie y una imaginación sui generis que la conduce a estados de desquiciamiento; un temperamento que se rebela ante cualquier yugo, que desafía los cánones sociales y morales de la época, hace Elena Poniatowska en su libro ‘Leonora’, una biografía novelada o novela biografiada -como la calificó el crítico literario Christopher Domínguez- de la pintora y escritora inglesa Leonora Carrington.

En este tipo de texto está permitido un margen de conjetura que incide en una falta de rigor, pues el escritor influye los hechos con su estilo narrativo y enfoca su mirada a lo que considera relevante; lo demás, lo imagina o fantasea. Así, Poniatowska decide hacer de Carrington un personaje que resulte agradable al lector a cualquier precio y, eligiendo el camino fácil, sólo muestra a una pintora y escritora rebelde e indomable que se convirtió en un mito, un símbolo femenino de la genialidad y un icono de la lucha por la libertad.

Una mujer adelantada a su época, perteneciente a la generación marcada por las guerras mundiales, Carrington era -según la autora- surrealista per se, no necesitaba drogas para concebir sus criaturas extravagantes, ya que surgían de los seres fantásticos de los cuales le hablaba su nana irlandesa en su natal Inglaterra, de la lectura de Lewis Carroll y la observación de los cuadros de Pieter Brueghel (El viejo) y El Bosco (Hieronymus van Aeken Bosch).

De manera que, en ‘Leonora’ (Planeta Mexicana-Booket, febrero 2014, 510 páginas), Poniatowska priva a la pintora de un proceso creativo que la guiara a decidir y configurar su lenguaje, su estilo y sus imágenes; esa fase, medular en todos los artistas, en este relato sucede por predisposición.

La escritora deja de lado que fue Max Ernst quien le dictó la estética y la dirigió dentro de un canon que él ya tenía desarrollado en su obra, y con esta omisión el universo de la obra de Leonora, aspecto fundamental para valorar a cualquier artista, pasa a segundo plano para imponer un personaje unidimensional, de una personalidad posada y chocante, opinó la crítica de arte y escritora Avelina Lésper.

El libro está escrito en tercera persona con una prosa fluida, pero a veces elusiva, construida de manera caprichosa y brusca, que entrelaza diálogos y narraciones, algunas demasiado etéreas, y divido en 56 capítulos que abarcan la larga vida de Leonora Carrington, desde su infancia y adolescencia en Inglaterra; su primera juventud en Francia, donde conoció y se enamoró de Ernst; su experiencia en España marcada por su internamiento en un hospital psiquiátrico; su estancia en Lisboa en espera de su viaje a América.

Luego su llegada a Nueva York para reencontrar a los surrealistas y finalmente su arribo a México casada con el periodista y diplomático Renato Leduc -quien la ayudó a salir de Europa; en este país consolidó su obra pictórica y literaria, además de que formó una familia.

La parte que corresponde al periodo mexicano de Carrington -cerca de la mitad del libro- resulta de menor interés y de lectura menos ágil, quizá porque Poniatowska se demora innecesariamente en pormenores propios de la vida y política locales que a Carrington le tocaron sólo de manera secundaria a través de las experiencias de sus hijos Gabriel y Pablo, ya que corresponden a épocas convulsas de los años 60.

La autora demerita la importancia del surrealismo, un movimiento artístico y literario esencial en el siglo XX, que significó una actitud ante la vida, un reclamo de la libertad sin límites -recordemos que consumían todo tipo de estimulantes-, una liberación sexual y una ideología transformadora, haciéndolo parecer un frívolo disfraz, pues con el pretexto de la militancia surrealista de la pintora los personajes no tienen otra preocupación ni política, ni social, ni cotidiana más que ‘ser surrealistas’.

Sin embargo, al final se rompe el tedio de la narración porque el último capítulo es inesperado: la autora lleva hasta Leonora a una joven entre desquiciada y cabal que aparece de la nada; la pintora se ve reflejada en ese torbellino de juventud y recuerda su vida para finalmente ir de su mano hacia la muerte.

Esta obra ganó el premio Biblioteca Breve de Editorial Seix Barral en 2011.

Post Scriptum

Elena Poniatowska (19-V-1932, París, Francia) es periodista, escritora y defensora de causas sociales, es una de las personalidades de la cultura más activas en México y ha sido profesora invitada en las universidades de Texas, Harvard, Princeton, Yale, Cornell, Berkeley y Stanford. También ha recibido el doctorado Honoris Causa por las universidades de Sinaloa, de Toluca, de Columbia en Nueva York y de Florida en Miami.

A sus 83 años continúa activa como escritora y periodista, además de que es referente de los intelectuales mexicanos y latinoamericanos. Ha sido reconocida con los premios Nacional de Periodismo (1979), Alfaguara de Novela (2001), Internacional de Novela Rómulo Gallegos (2007), Biblioteca Breve de Novela (2011) y Miguel de Cervantes de Literatura (2013).

Poniatowska ha incursionado en todos los géneros literarios: novela, cuento, poesía, ensayo, crónica y entrevista; su vasta obra ha sido traducida a una decena de idiomas e incluida en importantes antologías. Entre su producción literaria destacan ‘Hasta no verte Jesús mío’, ‘La noche de Tlatelolco’, ‘Fuerte es el silencio’, ‘Nada, nadie: las voces del temblor’, ‘Tinísima’, ‘La piel del cielo’ y ‘El tren pasa primero’.

 

 

 

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