Por Erick Estrada Lugo
El sueño es necesario para el funcionamiento óptimo de numerosos procesos biológicos en el ser humano: para el equilibrio hormonal, eficacia del sistema inmune, mejora la salud mental y emocional, aumenta la memoria y facilita el aprendizaje, además de eliminar las toxinas del cerebro.
El siglo xxi se ha caracterizado por una reducción en las horas del sueño del ser humano, directamente proporcional al uso de tecnologías; se seguir así, aumentará el número y el porcentaje de enfermos con fatiga crónica, depresión, obesidad, diabetes tipo 2 y pérdida de memoria; la especie humana será cada vez más enfermiza.
A nivel experimental, se ha provocado la muerte en las ratas de laboratorio después de un mes de no dormir, observando la muerte de neuronas en dos regiones del tálamo, una estructura del tamaño de una nuez en los humanos, la cual forma parte del mesencéfalo; estas regiones regulan la memoria emocional.
En un estudio con personas voluntarias, bastó una noche de no dormir, para no desarrollar los anticuerpos contra la hepatitis A, el día que se les aplicó la vacuna; las personas que si durmieron tuvieron un 97% más cantidad de anticuerpos; los insomnes por una noche, presentaron valores semejantes a las personas no vacunadas.
En otro estudio con personas voluntarias a las que se les aplicaron las tres dosis pautadas de la vacuna contra la hepatitis B en curso de seis meses, los niveles de anticuerpos aumentaron 56% por cada hora extra de sueño; las personas del grupo que durmió menos de seis horas por noche, presentaron valores de anticuerpos en la sangre semejantes a las personas no inmunizadas, y fueron calificadas como siete veces más propensas para contraer la infección por el virus de la hepatitis B.
